Por Adriana Olmos
¿Vientos del norte o vientos del sur, del que viene o del que va, de ella o de él?
Históricamente los seres humanos hemos marcado diferencias entre nosotros mismos. Pero tuvo que llegar una pandemia para entender que todos estamos expuestos, que no hay distinción de raza, color o religión. Que no hay fronteras ni muros, porque el mundo es uno sólo.
Hoy sabemos con certeza que nos une la vulnerabilidad, porque al final todos estamos en riesgo. Pero igualmente ha quedado claro, que es de humanos sobreponerse, resistir, persistir y avanzar.
La vulnerabilidad humana nos ha llevado a romper paradigmas, a valorar lo esencial y a ver la vida de manera distinta. Tuvimos que aislarnos unos de otros para entender que hay otras maneras de hacer las cosas, otras creencias, otras verdades. Ser vulnerables nos ha permitido también, ver la vulnerabilidad en el otro y vernos con ojos de igualdad, con respeto y dignidad.
Esa nueva mirada debe ser el motor que reconstruya los lazos que nos unen como sociedad, porque tras la crisis sanitaria viene el trabajo de reconstrucción de vínculos, viene el poner al servicio del mundo todo el poder que emana de una crisis, el coraje: valor humano cuyo significado proviene latín Cor: corazón, e implica tener el valor de enfrentar con valentía y determinación una dificultad.
Hoy el reto social es el de asumir nuestra vulnerabilidad con el mayor de los corajes. Y así quizás, si las lecciones están correctamente aprendidas e interiorizadas, podamos vivir pronto en un mundo más solidario y compasivo. Un mundo que valora, aprende y respeta la diversidad humana.
Sólo el tiempo nos dirá si quienes estamos viviendo este momento, asumimos de manera correcta la responsabilidad de marcar la mejor ruta posible para ese viento de cambio que hoy sacude al mundo entero.
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